Ok

En poursuivant votre navigation sur ce site, vous acceptez l'utilisation de cookies. Ces derniers assurent le bon fonctionnement de nos services. En savoir plus.

« Aimé Césaire ne meurt jamais, par Olivier Larizza | Page d'accueil | Traçabilité (de la carne) du porc »

03/05/2008

Maudit soit Andreas Werckmeister !, toutes premières réactions, 2



En attendant l'apostille critique annoncée par Olivier Noël, apostille faisant logiquement suite à sa critique de mon dernier livre, voici la seconde lettre que Carmen Muñoz Hurtado m'a envoyée.
Elle constitue une réaction au texte d'Olivier qui, je l'espère, comprend quelque peu l'espagnol.
Non, il ne le comprend pas, comme il vient de me l'apprendre... ! Dans ce cas, je vais prier pour que notre bon transhumain reçoive, durant quelques minutes, le don des langues... Du reste, il n'est pas bien difficile de deviner que Carmen n'est pas exactement d'accord avec l'avis exprimé par Olivier.
Ayant déjà écrit ce que je pensais du texte de mon ami (pour que les choses soient parfaitement claires : son travail est pour le moment le seul et le plus complet réalisé sur mon livre), je me contenterai désormais de me servir de ce blog comme d'une caisse de résonance (au cas, bien sûr, où d'autres critiques seraient consacrées à Maudit soit Andreas Werckmeister !), constatant avec un certain plaisir que ce petit livre fait apparemment réagir ses tout premiers lecteurs.


1683472192.jpgEstimado Juan, si bien me has solicitado que retrase mi respuesta a los comentarios de Noël, ya que estás esperando que él publique su apostilla – hecho que por cierto me parece muy noble de tu parte – debo decir que, sólo si Olivier se retracta de alguno de sus juicios, tendría sentido que mi réplica esperara. Como sé que eso no va a suceder, pues significaría un acto de heroísmo, creo que su prometida apostilla no va a modificar en nada lo que quiero decir.
El comentario que Noël ha realizado en torno a tu última obra evidencia una serie de incompetencias que no puedo pasar por alto. Su pseudo crítica denota una total ausencia de sensatez a la hora de configurar su frágil discurso. Primero, voy a referirme a dos de los calificativos que utiliza O. N. para describir tu libro, a saber : pequeño y extraño.
Señor Noël, si usted juzga la calidad de una obra por el formato del libro o por la cantidad de palabras escritas, no se dedique a la crítica literaria, pues puede confundir la guía telefónica con una gran novela del realismo mágico, abigarrada de personajes. Maudit soit Andreas Werckmeister ! tiene la particularidad de ser un libro que incita a la reflexión, que aguijonea al lector para que éste no se quede entrampado en las cosas superfluas. La pluma de Asensio es directa, incluso las imágenes que utiliza para enriquecer sus argumentos son descarnadas y, por lo mismo, resultan demasiado hirientes para quienes viven atrincherados en eufemismos baratos. Cuando hablo de eufemismo barato no puedo más que citar la forma en la que usted termina su comentario : «Si la littérature est morte, elle ne cesse de renaître». ¡ Mi Dios !, debiera haber partido su pequeño texto justificando esta afirmación, de lo contrario sus palabras tienen menos peso que una tautología.
Respecto del apelativo de extraño, mi señor, no sabe cuánto favor le hace, obviamente sin saberlo, a la obra de Asensio. Pues sí, es extraño, pero no en el sentido que usted quiere darle. Ya me referiré más adelante a su infértil preocupación por no poder determinar si el libro de Asensio es ensayo o ficción. El sentimiento de extrañeza comienza cuando un hombre es capaz de ver más allá de las fronteras de su aldea o, lo que es aún más drástico, cuando es capaz de ver más allá de su nariz. Sin embargo, toda extrañeza va acompañada de una sensación de incomodidad. Pregúntese, Olivier, ¿ qué le incomoda tanto del libro de Asensio ? Si el autor de Andreas… ha logrado generar entre su obra y el lector una relación tensa y beligerante, no se debe a que Asensio sea incapaz de reprimir su inclinación natural a la polémica, como usted ha dicho, sino que su escritura no tiene ningún rasgo de complacencia. Y, en nuestros días, aquello se agradece. Hoy nadie se atrevería a decir que el País de Sueño de Poe fue escrito sólo con la intención de polemizar. ¡ Qué estupidez ! ¿ Acaso no es también estúpido pensar que el libro de Asensio sólo ha sido escrito con dicha intención ? Señor, Olivier, quiero recordarle algo que leí una vez y, que, ojalá, le sirva para retomar con mayor profundidad el libro de Asensio. Me refiero a una reflexión de Marie Bonaparte acerca de la obra de Poe : «Para cada uno de nosotros, la Naturaleza no es sino una prolongación de nuestro narcisismo primitivo que, al comienzo se anexó a la madre, nutricia y envolvente. Como para Poe la madre había llegado a ser precozmente un cadáver, el cadáver, es cierto, de una joven y bella mujer, ¿ qué hay de sorprendente en que sus paisajes, aún los más floridos, tengan siempre algo de cadáver cubierto de afeites ?»
Señor, Noël, debemos reconocer que hay algo fascinante en concebir la literatura como un agujero negro. Yo no lo veo con el temor que usted evidencia en su comentario. Laplace, nos permitió pensar en la posibilidad de la existencia de objetos invisibles, tremendamente pesados, cuya presencia sólo sería detectable si nos acercáramos tanto a ellos como para correr el riesgo de ser atrapados por su tremenda atracción gravitacional. Visto de esta manera, el genio demente de Laplace nos hizo imaginar una suerte de engendro diabólico, del cual ni siquiera la luz podría escapar. Y tenía razón. Sin embargo, señor Noël, para entender el apetito voraz de esta garganta cósmica, bautizada por J. A. Wheeler como agujero negro, tenemos que utilizar algo más que el sentido común. Aquí, le pido que se vuelva a situar en la lectura de la obra de Asensio. Tal vez usted no ha entendido algo, entre el agujero negro y el resto del Universo hay una región que la física cuántica denomina horizonte de sucesos. En Maudit soit Andreas Werckmeister ! también existe ese horizonte, mi señor, sin embargo, si no logramos salir de las entrañas del monstruo, como logró hacerlo Jonas, seguiremos creyendo que la ballena es el mejor escenario para nuestras miserias, incluso aquellas que bautizamos como literatura. Si el verdoso cadáver – que Asensio ha descrito con tanta maestría – produce náuseas, debemos concederle a este escritor la capacidad de habernos recordado que, para que Jonas se libere, la ballena debe vomitarlo.
Por último, me referiré a su incapacidad de entender que la obra de Asensio no se erige como una indecisa oscilación entre el ensayo y la ficción. Por el contrario, vuelvo a apelar al horizonte de sucesos de la física cuántica. Los grandes libros, Olivier, no conocen la obviedad. Supongo que usted leyó El sueño de Coleridge de Borges sin preguntarse dónde estaba la frontera entre el ensayo y la ficción. El vínculo entre la actividad literaria y la onírica nos permite comprender que el mundo de allá afuera también puede ser ilusorio. Y, una de las cosas más bellas de la obra de Asensio es habernos planteado la interrogante respecto de si existe una región entre la garganta voraz y el universo. Aunque sea una pesadilla, prefiero la angustia que ésta me provoca a ser incapaz de seguir soñando.
Espero que si usted decide hacer una réplica a mi comentario, no utilice el vulgar adjetivo que usó uno de los lectores [Bruno Gaultier] de su blog para intentar atacar a Asensio : «Pour ma part, et pour autant que l'un de tes fans ne viendra pas à nouveau m'expliquer ce que je dois ou ne dois pas écrire sur internet... ¡ Uf, qué falta de argumentación más supina !
No, Olivier, no soy fan de Asensio, es más, no comparto muchas de sus ideas. Sin embargo, puedo decir sin temor a ser devorada por agujero alguno, que su Maudit soit Andreas Werckmeister ! es un gran libro.
Tal vez su temor, señor Olivier, se deba a que en alguna parte de su conciencia usted ha comprendido que aquella pseudo literatura, que es masa sin masa, cuerpo sin cuerpo, como los agujeros negros de la cosmología contemporánea, son alimentados por la pseudo crítica en un proceso irreversible de autofagia.
Si es así, mi más sentido pésame.